ENCUENTRO DE DOS QUE SE VEN DE LEJOS

Verte con esos ojos que se resisten a mirarme, oír tu voz de lejos pronunciando todos los nombres y mordiéndote los labios para no gritar el mío, darme cuenta de que si pudieras, te arrancarías la memoria para no tener que recordarme, leer tus pensamientos y saber cuánto me odias por dejarte. Ya no hay dolor es cierto, pero tampoco hay olvido. Las cosas son así.

Jamás culpaste al destino, ni a Dios, mucho menos a los errores que cometimos, no fue culpable la luna, ni el vacío, ni los caminos divididos. Fui yo, siempre he sido yo. Tus manos, tus ojos, tu sonrisa, tus rencores todo me culpa a mí y está bien, me enamoré cuando ya todo eran cenizas y sí, tal vez soy culpable por haber sido sincera contigo, por haberte regalado la última confesión, por haberte hablado aquella noche con el corazón en la palma de mi mano. Los años transcurridos no son contratos obligatorios y tú nunca lo entendiste.

Ya no tengo interés en tí, hace mucho has dejado de importarme, no tengo rencores, ni odios, no hay soledades ni palabras no dichas, no existen culpas, ni arrepentimientos, no dejé pendientes... ¿cómo habría de desearle mal a quién tanto hizo por mí? por eso no entiendo como puedes seguir lastimándote así... no es a mí a quien hieres queriendo comprar el incomprable olvido, no es a mí a quien castigas lanzando una historia al infinito, no me toca siquiera el viento de tus palabras, estoy muy lejos de ti, nada tuyo puede llegarme ya... Sé quien tienes que ser, ama a quien tienes que amar, no te metas más en mis sueños y verás como un día lograrás verme a los ojos, como quien ve al que no conoce y quizá puedas sonreír un poco, porque al final todos, todos se van y solo nos quedan los recuerdos, esos que hoy tanto te resistes a llevar contigo.