Nunca antes el final de un año me había quitado tanto y a la vez me había abierto un mundo de posibilidades. Solo Dios sabe lo duro que fue aprender por primera vez en mi vida, el verdadero significado de la palabra "nunca". Aprendí a no usarla cuando todavía lleva cargando un poquito de esperanza.
Nunca me alegré tanto de despedir un año viejo como en esta ocasión, y como la noche lo ameritaba, al sonar las campanadas que anunciaban el inicio de una nueva oportunidad, levante mi copa y brindé con la mirada puesta en el cielo. Fue entonces que supe que nunca antes un año que se marchaba me había hecho entender de mejor manera quién quiero ser en realidad.
1 comentario:
Tu manera de escribir me recuerda mucho a mi es como un cierto link... Solo que tu tienes una magia y una sencillez brillante! Un beso
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