Irremediablemente la vida me sorprende una vez más, y justo cuando creí que no podía ser todo más perfecto, el camino a recorrer da un giro inesperado. Los días me retan, como queriendo poner a prueba a la mujer que está segura de su vida y de sus decisiones, como preguntándome si estoy lista para afrontar aquello que siempre quise tener.
La situación es que he decidido confesar que amo a dos hombres. Antes de emitir cualquier crítica me permito también informarles que mi cabeza no escucha razonamientos, tan solo los ama locamente, sin límites y sin pausas. Sí, se que para muchos ningún argumento que pueda darles vale lo suficiente como para entenderme, pero tampoco exijo que me comprendan, tan solo quiero confesarlo. Es así de sencillo y maravilloso a la vez, mi corazón melancólico y soñador ama a dos hombres con una intensidad que hasta ahora no conocía. No podría decidirme por uno, ahora los dos son mi vida, mi inspiración, mi fuerza, mi refugio. Ambos me hacen ser lo que soy.
Uno me encontró siendo una niña, se enamoró de mi por lo que era y decidió amarme por lo que ahora soy. El otro me proyecta a lo que siempre quise ser, me llena de ilusión y me hace esperar ansiosa un futuro que se aproxima.
Uno de ellos es mi faro de luz, el que me guía aún cuando la tormenta amenace el mar de mi existencia. El otro espera mis brazos, quiere que yo esté para él, no da treguas, me necesita para vivir.
Uno es mi sueño, el otro mi desvelo. Uno me mira con esos ojos apasionados y constantes que me hacen sentir compañera, mujer. El otro tiene una mirada tierna que me provoca besarlo y tomarlo entre mis brazos para que nunca nada pueda alejarlo de mí.
Uno me toma en cuenta, adivina mis pensamientos, me tiene presente a cada minuto, me ha hecho parte de su vida. El otro hace su voluntad sin preguntarme qué es lo que deseo, me cambió por completo, me hizo estar pendiente de sus necesidades antes que las mías.
Uno ha sido mi amor eterno, aquel que ha permanecido constante a lo largo de los años. El otro es un destello intermitente que brillaba en el cielo cual estrella pero que de pronto se apareció, cambiando el rumbo de mi vida.
Uno me ha hecho una promesa de amor eterno que ha llenado mi alma entera. El otro ha llegado como un torrente que con su fuerza lo inunda todo de una magia indescriptible.
Tengo la certeza de que uno de ellos estará conmigo siempre, me verá envejecer y sostendrá mi mano cuando ya no pueda caminar por mi misma. El otro me amará por siempre, pero no siempre estará conmigo porque sé, que llegará un día en que deba verlo partir.
He de confesar que amo a dos hombres y sospecho que los dos lo saben, pero ninguno me reprocha nada porque gracias a uno conocí al otro, es más, en el fondo creo que hasta se parecen, tienen gustos similares porque los dos me escogieron a mí, uno como su esposa, el otro como su mamá.
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