viernes, 5 de febrero de 2010

REFLEXIÓN

Llovía y de qué forma, yo caminaba sin rumbo. Mi paraguas no servía de mucho así que lo cerré y disfruté esas benditas lágrimas celestiales. Parada aquí, sin saber a donde ir. Mis manos están frías, mi corazón también... Las calles están inundadas, no para de llover, el agua corre por la acera y las ideas corren por mi cabeza... ¿y si la culpa no es tuya sino mía?

No hay comentarios: