jueves, 28 de febrero de 2013

La paloma y su elefante


Mi humilde homenaje a la mujer que representa fortaleza y valentía,
con convicciones y pasiones que desbordaron su tiempo y su ser.
Porque creo que todas las mujeres, en algún momento 
de nuestras vidas, amamos a un Diego como el suyo. 
Dedicado al amor de ella y no al de él, 
porque a su Diego me cuesta entenderlo, 
porque su vivir es tan parecido a aquel 
que cree que nació siendo serpiente 
y se arrastra sin ver 
que está ensuciando 
sus alas
LD


A veces creo que no debí amarlo, otras veces (la mayor parte del tiempo) creo que él me hizo ser lo que fui, que sin su paso desastroso por mi vida yo no hubiera podido ser tan fuerte. En el más acá me preguntan si en verdad creo que me amó, yo digo con firmeza que sí, que él, mi panzón me amo más que a nada en el mundo. ¿Que si me engañó con todas las faldas que se le cruzaron por enfrente?, ¿Que si yo lo engañé un poquito también como una justa venganza ante sus traiciones? 
Sí, la respuesta es sencillamente sí. Pero yo lo amé y él me amó de eso nunca he tenido dudas. El mundo no siempre entiende los amores eternos como el nuestro porque están acostumbrados a que todo tenga un fin, lo nuestro nunca lo tendrá, podría acostarse con todas las mujeres del mundo y aún así, mi Diego, seguiría pensando en mí y yo irremediablemente volvería a amarlo y sufrirlo cuantas vidas tuviera.
Lo curioso de amarlo es que nunca pensé que iba a sentir toda esta pasión, la vida con él era un tormento pero me ayudaba a entender de mejor manera mi propia existencia. Me hizo probar a cada instante que estaba hecha de buena madera, yo nunca me quejé de que la vida no fuera cálida y compasiva conmigo, porque lo tuve a él y él sí lo era, su presencia era siempre contradicción, vivir en una guerra al borde de la paz, esa paz que solo puede uno sentir cuando ha encontrado la pieza que le faltaba al complejo engranaje del alma. Al principio no voy a negarlo, lo quería solo para mí, quería que todito me perteneciera, pero él no era así, nunca fue así, cuando lo entendí pude dejar de lado la idea de la fidelidad y aferrarme a que fuera mi inspiración, mi guía, mi compañero de vida estuviera presente o no. 
Mi Diego me amaba tanto que sólo él hubiera sido capaz de matarme para evitar que siguiera sufriendo por este cuerpo terrenal que tanto me atormentaba. Ese panzón me hizo la vida un infierno pero inexplicablemente disfrutaba que esas llamas me quemaran. Hoy ya no estoy, hoy ya no está en esa existencia que ambos pintamos de mil colores, ahora nos pertenecemos en un espacio etéreo, con la cara al viento, con un pincel en la mano y el corazón de mi elefante en la otra, le grito al mundo que el amor no tiene que ser siempre como nos lo han dicho, a veces, unas cuantas veces, el amor se presenta apasionado, guerrillero, rebelde, tormentoso y son esos amores los que no van a morir ni aunque la estúpida muerte se lleve a los que aman.

"¿Las mujeres que he amado? Tuve la suerte de amar a la mujer más maravillosa que he conocido. Ella fue la poesía misma y el genio mismo. Desgraciadamente no supe amarla a ella sola, pues he sido siempre incapaz de amar a una sola mujer. Dicen mis amigos que mi corazón es un multifamiliar. Por mi parte, creo que el mandato “amaos los unos a los otros” no indica limitación numérica de ninguna especie sino que antes bien, abarca a la humanidad entera."
Diego Rivera

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