Uno no siempre puede ser luz,
ni puede ir regalando a diario sonrisas.
Hay momentos en los que somos,
más bien un reflejo,
una depresiva dualidad,
momentos en los que somos sombras
irónicas, irreverentes, envidiosas,
de esos que aparecen sin remedio
en el espejo al mirarnos,
esos que son nosotros,
pero con más luz,
con sonrisas,
con futuro.
Esos que en el fondo,
quisiéramos ser.
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