jueves, 6 de diciembre de 2007

Deshabitado...


“…Bien sabía él que la iba a echar de menos pero no hasta qué punto iba a sentirse deshabitado”
M.B

Sí, ahora creo que siempre tuviste razón, mi vida sin la tuya vale muy poco. Cuando me fui, pensé que por fin encontraría la felicidad muy lejos de tus celos, de tus enojos, de tu forma de ser; todavía recuerdo que el día que me marché tomé una maleta y gritándote cosas que hoy no quiero recordar, metí mis cosas, no dejé nada excepto el reloj que tú misma me regalaste y que usabas como despertador todas las mañanas. Me dirigí a la puerta ya disfrutando la libertad, como si al cruzarla mi antigua vida de hombre soltero comenzaría de nuevo, caminé despacio aunque quería correr, huir de ti, de mí, de todo; sólo me di unos segundos para voltear y decirte: “Casarme contigo fue el peor error de mi vida, apenas tenemos un año juntos y ya te has convertido justo en lo que nunca quise tener”… ¡Ay Dios, cómo me duelen hoy esas palabras!
Estabas ahí, sentada en ese sillón café con la cara entre las manos... llorabas y yo en el fondo pensé: “Pobre, se va a quedar tan sola ¿ahora qué hará?”.

Mi vida, los primeros días, fue maravillosa pues después del trabajo salía con mis amigos, esos con los que tanto te molestaba que saliera, bebía, jugaba, ni un minuto te extrañé, creo que ni me acordaba de ti. Continuamente llegaba de madrugada al departamento que renté cuando me fui. Durante toda la semana sólo pensaba en la parranda que me esperaba con los amigos, la anhelaba, ¡qué bien se sentía estar “soltero” otra vez!

Un día llegó al trabajo Juan ¿te acuerdas de él?, nuestro amigo de la universidad y padrino de bodas, después de saludarme afectuosamente me dijo:

-
“Oye Roberto, supe que estás separado de Caro, espero que sólo sea algo pasajero, ella no la está pasando nada bien”.

No recuerdo que le contesté pero su voz repitió todo el día en mi cabeza “ella no la está pasando nada bien”. Durante este tiempo no había recibido noticias tuyas y hoy recién me enteraba que estabas mal, triste, que seguro me extrañabas.


“Se lo merece”, pensé mientras me dirigía a casa de uno de mis amigos. Ese fin de semana como todos los que le siguieron fueron de fiestas y excesos, me sentía tan mal, que esa noche soñé contigo, nada en especial, sólo imaginé que dormías a mi lado y que tu pelo como siempre caía sobre mis hombros, pude tocar (eso creí) tu piel, y a pesar de que estabas dormida, me sentí acompañado como nunca. Cuando desperté recordé las últimas palabras que te dije y me sentí tan solo, ¿cómo pude decirte que eras un error en mi vida, si con sólo oírte respirar me sentía feliz?

Ese día supe que yo también te estaba extrañando… Pocos días después, otra vez en el trabajo, coincidí con tu prima Andrea, ¿Cómo estás?, le pregunté.

-“Pues no tan bien como tú y Caro ahora que se separaron, ayer la vi y está igual de tranquila que tú. No cabe duda que cuando el amor no da para más hay que cortar por lo sano ¿verdad?”

Sentí como la sonrisa se me caía del rostro, me sentí ridículo pero hice un esfuerzo y afirmé:
-“Claro, yo estoy muy bien, a ella no he podido verla pero me tranquiliza saber que está bien”.

-“No solo bien, excelente, con decirte que ha decidido terminar su libro y aceptar la oferta de trabajo que le hicieron hace un año en España”.

¡No, ahora sí era demasiado!, no sé como hice para despedirme de Andrea pero sí sé que pudo notar mi desconcierto.

¡No puede irse a España!, pensaba mientras manejaba a ese cuarto que ahora llamo casa, ¡pero si ella rechazó ese trabajo cuando le pedí que se casara conmigo!, claro, ahora soy un estorbo en su vida, todavía recuerdo que un día dijo que no podía continuar con su libro porque le faltaba inspiración y que iba a postergarlo para un momento más motivador, ¡por supuesto, ahora que no estoy yo, ella está muy motivada!

Todo esto pasaba una y otra vez por mi cabeza, pasé del coraje a la rabia y de la rabia a la melancolía, llegué y me tiré en la cama, solo en ese momento pude percatarme del calendario que estaba frente a mí, ocho meses habían pasado desde que te deje, ocho meses desde que cometí el peor error de mi vida (aunque antes te dije que casarme contigo lo había sido, hoy sé que por ese hecho mi vida tenía sentido, yo era feliz contigo y solo pude saberlo cuando me fui).

Te amo pero temo que sea muy tarde para recuperar tu amor. Pensé que salir a caminar me ayudaría a poner en orden mis ideas y creo que así fue. Caminé por horas y cansado me senté en una banca a leer el periódico. Sentí una emoción que no podría explicarte cuando vi una foto tuya junto a una entrevista que te realizaban, la leí desesperado como queriendo averiguar qué estaba pasando en tu vida.

Supe que partirías a España en dos semanas, supe que tu familia te había organizado una cena de despedida… ¡qué ironía, hasta hace un tiempo tu familia era yo! Me sorprendió ver que esa que aparecía sonriente en la foto, en nada se parecía a aquella que llorando se cubría el rostro con las manos, pero más me sorprendió la última respuesta de la entrevista:

-“Carolina, ¿qué te inspiró para terminar tu obra después de ese largo receso?”

-“Pues mira, cuando de pronto te conviertes, para la persona que amas, en lo que nunca quiso tener; cuando comprendes que no te ama y te dice que eres un error en su vida, entonces sientes que nada vale la pena, pero sabes?, justo cuando crees que todo acabó, empiezas a vivir con más intensidad. Donde quiera que esté hoy, le dedico este libro a quién consideró que yo no valía tanto como para seguir luchando. Gracias… ¡valgo más sin ti!, aquí está la prueba. Muchas gracias por la inspiración”.

Después de leer la nota en el periódico, estuve casi un mes sin salir, perdí mi trabajo y he llorado tanto que hasta he tenido que soportar la humedad del cuarto, ¡estoy tan solo! Apenas hoy decidí salir, voy a llevar esta carta al correo ¿cuánto crees que tarde en llegar a España? No importa, ahora el tiempo ya no importa. No he sabido nada de ti, seguro estarás bien, solo deseo que sepas que siempre tuviste razón, yo soy nada sin ti, te quiero pero eso a ti ya no te importa, ahora soy tu pasado ¿verdad?

No quiero quitarte mucho tiempo, tal vez estés escribiendo otro libro, no sabes cómo lo espero, ya he leído 52 veces tu primera obra, ¡eres una gran escritora! ¿Recuerdas el día que me leíste el primer poema que escribiste?, nunca te lo dije, pero ese día supe que eras una estrella que llegaría muy lejos… Tuve razón.

El día que me fui, te vi llorando y pensé: ¿ahora qué hará?... Sé lo que hiciste, justo ahora lo tengo en mis manos y perdona que aquí termine esta carta pero voy a leerlo una vez más…

Te llevo para siempre en el corazón:

Roberto

6 de Abril del 2004.
L.D.

2 comentarios:

Libia García dijo...

Esta historia ya es, digamos viejita, para ser exactos la escribí el 6 de abril del 2004... ¡cómo pasa el tiempo! forma parte de "Bajo el Mismo Cielo" que es un libro de poemas que hice ya también hace algunos años... hoy así sin más lo reecontré y quise compartir esto contigo... gracias x leerlo...

RICARDO MURGUIA dijo...

Gracias por compartirlo!!!

El amor, el corazón es grandioso, fuente de sueños de inspiracion!

Tu blog esta lleno de sentimientos!! de una gran parte de ti..

Feliz año, q el amor y la vida formen parte de este año y de muchos mas !! cuidate.