
Podríamos evitar ese momento, pero será en vano, los personajes también quisieron, pero al final el destino todo lo cobra, no hay palabra que no llegue, no hay momento que no sea vivido, no hay peso que no caiga.
La historia merece ser contada, así tal cual sucedió, por eso es bueno escribirla, porque en el papel todavía alcanza a verse ese final feliz que fue borrado con esa goma que se llama error y unos párrafos después llega la nueva versión de lo que vamos a vivir en unos meses.
Ambos estaremos nerviosos, yo tocaré la puerta, tú te verás en el espejo antes de abrir y al dar vuelta a la llave, estaremos frente a frente, con todas nuestras dudas, con todo lo que aún sentimos. El abrazo es opcional, yo lo escribo así para estar a la altura del momento, pero lo que ahí pasé nadie lo sabrá, sólo tú, yo, y quizá nuestras sombras que para ese entonces seguro ya tendrán un nombre -con una "a" al final de tu sombra y con una "o" al final de la mía- y por supuesto esta hoja de papel que ha sido testigo de todo y en la que escribí lo que pasaría: acabamos siendo lo que otros querían que fuéramos.
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