viernes, 19 de enero de 2007

20 AÑOS DESPUÉS (I PARTE)


“En un platillo de la balanza coloco mis odios; en el otro, mis amores. Y he llegado a la conclusión de que las cicatrices enseñan; las caricias, también.”
Mario Benedetti




Estoy tan nerviosa como hace muchísimo tiempo no lo estaba. A punto estoy de subirme al autobús que me llevará a reencontrarme con el pasado, con mi pasado. Asiento 22 Fila B, al ubicarlo casi al final del pasillo, dejo la pequeña maleta que llevo conmigo en el compartimiento superior y ocupo mi lugar.

Cierro los ojos como queriendo asimilar lo que ha pasado en los últimos días; escucho como el motor del autobús se enciende y se pone en marcha. Me aguardan 2 horas de camino, 2 horas pensando cómo serás ahora, cómo te habrán cambiado estos 20 años de ausencia.

Comienza una ligera lluvia que observo por la ventana; veo pasar ante mis ojos verdes praderas con enormes árboles y de pronto se reflejan por el cristal ésos dos niños que éramos, ahí justo debajo de ese enorme árbol que se pierde en la distancia, recuerdo el día en que nos conocimos.

…Era una bella y soleada tarde de Julio, mi madre insistió en que teníamos que presentarnos con los nuevos vecinos, siempre fue tan cortés, tan servicial… no sé por qué pero ése camión de mudanza que se estacionó frente a nuestra casa los últimos dos días me atemorizaba, nunca me gustó la inestabilidad que provocan los cambios, quizá sería por eso que la idea de visitar a los nuevos vecinos, no me emocionaba mucho, a decir verdad, me desagradaba, pero como no había que discutir con mamá, tuve que acompañarla.
Llegamos con una canastilla de galletas que mamá recién había horneado, y antes de tocar la puerta acomodó el listón de mi vestido que estaba desatado, haciéndome un gran moño que me hacía lucir mucho más infantil de lo que una niña de 10 años puede parecer. Por fin tocamos la puerta y tu madre salió con una gran sonrisa, después de mutuas presentaciones entre ellas, la atención se fijó en mí. “¿Y quién es ésta hermosa princesita?”, preguntó tu madre, “Su nombre es Carol”, contestó mi mamá mientras acariciaba mi cabello, “Es un placer conocerte, y sabes, hay alguien a quién quiero presentarte, es mi hijo tiene casi tu edad y como es nuevo aquí va a necesitar amigos, tal vez tú lo puedas ayudar con eso”. Inmediatamente gritó tu nombre: “¡Robbie!, anda, baja que quiero que conozcas a alguien”, bajaste muy lentamente las escaleras como si temieras lo que ibas a encontrar; me observaste fijamente con esos grandes ojos obscuros. “Robbie ella es Carol y va a ser tu amiga de ahora en adelante, anda vamos, salúdala” tu madre te empujaba hacia mi y de pronto hiciste algo que jamás pude olvidar, con una gran sonrisa, me observaste fijamente a los ojos, tomaste mi mano entre las tuyas y dijiste “Hola Carol, sabes siempre me he preguntado cómo se ve el mundo en azul, y ahora tú podrás decírmelo”, creo que me sorprendió tanto la pregunta que sólo atiné hacer un gesto que de inmediato notaste en mi cara, “digo, yo tengo los ojos normales pero tú los tienes tan azules que no imagino como es que puedes ver todo el mundo en azul”, después de tu pregunta nuestras madres se echaron a reír como inicio de una amistad que duraría hasta que Dios decidió llevárselas. Yo sólo pude pensar “¡Que niño tan tonto!”

-“Disculpe señora, ¿podría mover su abrigo?, creo que seremos compañeros de viaje. Al parecer este es mi asiento”

-“Claro, discúlpeme”, retiré mi abrigo de su lugar y lo puse sobre mis piernas. Me quedé tan metida en mis pensamientos que ni siquiera pude percatarme que habíamos llegado a la única escala que se haría en el trayecto, era un pueblo pequeño llamado Tuckee. El hombre se sentó a mi lado y yo regresé de golpe a mi presente. Había dejado de llover. Observé por el reflejo de la ventana a mi recién llegado compañero, era un hombre joven como de unos veintitantos, de tez morena, delgado, de labios delgados y ojos muy expresivos, sin duda era apuesto, y tenía un aire que me resultaba familiar, no sé, tal vez sea que mis recuerdos se mezclaron con la realidad.

Estaba cansada, así que recorrí mi asiento hacia atrás para tratar de dormir un poco, pero no pude hacerlo. Observé mis manos, “siempre frías”, solías decir, ¿recordarás aún la tarjeta que hiciste para mi cumpleaños? Después de tantos años, creo que no puedo recordar nada más maravilloso que la inocencia y sinceridad de ésos que fuimos nosotros, cuando lo más importante en la vida era salir a jugar al medio día, cuando la mayor preocupación era obtener una moneda para comprar el helado de chocolate que tanto nos gustaba, ¡ay Dios mío, si esos días pudieran volver, quizá los viviría más intensamente! Metí mi mano fría al bolsillo del abrigo y saque de ahí una hoja con el color añejo que dan los años, unos garabatos coloridos en donde se leía: Felices 11 Carol…, y al desdoblarla las frases que tú escribiste hace tanto tiempo hacen aún que mi corazón palpite fuerte y que mis ojos lloren disimuladamente: Te quiero por tus manos frías, por tus piernas flacas pero que me ganan en las carreras, y porque eres niña y también porque me enojo cuando te hacen llorar.

Aprieto con fuerza esto que para algunos puede ser solo una vieja hoja de papel pero que para mi significa el inicio de un gran amor, un gran amor que nunca pude vivir pero que sentí con todas las fuerzas de mi corazón. Ahora sí que no tengo fuerzas para seguir recordando, pero mi corazón y mi cabeza se empeñan en no dejarte ir, se empeñan en recordarme todo lo que pasamos juntos. Estuviste conmigo en cada momento importante de mi vida como el día que mamá murió.

-“Gracias por esperarme a que saliera de clases Robbie, ya sabes que la Señorita Liz siempre nos deja salir más tarde que a los demás grupos con el pretexto de revisar los cuadernos”
-“No importa Carol yo también casi acabo de salir, además ya sabes que me gusta platicar contigo, pero voy a pedirte un favor ya no me digas Robbie, que no ves que cuando me dices así me haces parecer como un chiquillo, mi nombre es Roberto.
-“No, eso sí que es imposible, siempre te he dicho Robbie y además me gusta decirte así. En cambio si te digo Roberto, suena muy serio, como si fuera el nombre de un extraño y tú no eres un extraño para mí, tú eres mi mejor amigo. Además sí eres un chiquillo, apenas tienes 12”.

Caminamos juntos a casa, como todos los días, platicando de mil cosas, no se porqué pero cuando estaba con él no podía estar triste, en todo momento me sentía feliz… sin embargo ese sería un día duro, quizá el más duro de mi vida.

Al dar vuelta en la esquina pudimos ver que afuera de mi casa había muchas personas. Ahí solo vivíamos mamá y yo pues mis padres eran divorciados y casi nunca recibíamos visitas, por lo que me sorprendió ver a tanta gente reunida…
De pronto tu madre salió a nuestro encuentro, tenía el rostro cubierto de lágrimas, que inútilmente intentaba ocultar. Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo… supe que algo malo había ocurrido.

“Carol, tienes que ser fuerte” me dijo mientras me tomaba las manos, “tu mamá se fue al cielo”…
(Continúa)

3 comentarios:

Anónimo dijo...

LIBI:
Alguna vez te lo dije... eres un ser humano maravilloso y privarnos de tus letras es algo que nunca debes hacer. Sé, porque te conozco, que estás atravezando por una etapa de cambios importantes en tu vida, ha llegado el momento de convertirte en mariposa... estás lista para la metamorfosis, y yo estaré contigo siempre. Soy de los pocos afortunados que ha leído el borrador de la segunda parte de esta historia y creanme es estupendo... ojalá lo publiques pronto... tqm estrellita

Anónimo dijo...

Eres buena escribiendo. Tienes muy buena redacción y sabes cómo estructurar una narración, no cayendo en la práctica común de recurrir a la tercera persona. Es de suponerse que no soy el único al que le gustaría profundizar en esta historia.

Libia García dijo...

SON MUY HERMOSOS SUS COMENTARIOS, DE VERDAD ME DA UN GUSTO ENORME QUE HAYA ALGUIEN QUE SE IDENTIFIQUE CON LO QUE ESCRIBO...
MIL GRACIAS "ANÓNIMO" (NI TANTO) POR TUS PALABRAS, SABES LO MUCHO QUE TE QUIERO Y LO AFORTUNADA QUE SOY DE TENERTE COMO AMIGO.
TAMBIEN GRACIAS A TI, ROQUE POR TUS OPINIONES Y POR INTERESARTE EN MI VIDA.