Mi propia tregua

No, no nos engañemos más...

aunque lo deseemos con fuerza: para nosotros nunca habrá tregua, cuanto más cerca se ve la luz del horizonte, más nubes se empeñan en ocultarla...

No habrá tregua, hoy lo sabemos.

Y no habrá tregua porque el mundo ha querido explicar con razones, aquello que nunca podría tenerlas.

Hemos sido y seguiremos siendo, con dudas, con temores, con sueños... con palabras y sin ellas, con ironías y causalidades...

Con la inexplicable valentía que se despierta al calor de la afrenta, cuando lo más que se puede perder es el propio reflejo en la mirada del otro.

Hay quien dice que el que todo lo da, todo puede perderlo...

Y es ahí donde el efecto de la balanza inclina las cosas... ¿perder la paz, la armonía, la felicidad a cambio de la posición, el poder y la gloria momentánea?

No nos darán tregua... así sin más.

y no nos la darán, simplemente porque sería aceptar que la esperanza sigue viva, aún cuando la han herido brutalmente.

Sería como aceptar que los sueños pueden convertirse en realidad...

y eso nunca le convino al que vive del miedo que provocan las pesadillas...

No podrían aceptarlo porque de hacerlo nos daríamos cuenta que las mariposas tienen ojos y quizá, de una vez por todas, veríamos que la grandeza de algunos, que su grandeza, es tan solo el reflejo distorsionado de su inimaginable pequeñez.

Nunca les pedí una tregua, pero sí la quería...

hasta al hombre más aguerrido, estando en batalla, sueña algunas veces con tirar las armas y respirar profundo... yo solo he logrado respirar profundo, y sigo cargando municiones.

Las dudas no me harían perder el equilibrio, es cierto, hay cosas que no sé, que no escucho, que no me dice, que guarda para sí... pero las dudas no son mías, y yo sólo estoy aquí para decirles:

Yo tampoco daré treguas, me quedo aquí, junto al faro que me ha dado luz, aún sin conocer a ciencia cierta ésta fortaleza que ha sido mi hogar...

Me quedo aquí... con lo que conozco y desconozco, con todo lo que sé y lo que no sé.