SEGUNDO INTENTO
Veía la televisión. Nada en especial, solo iba de un canal a otro sin encontrar nada que en realidad despertara mi interés... estaba cansada y me sentía sola, cansada y sola no es una buena combinación.
Sonó mi teléfono, era él. Un minuto y medio de intercambio de voces, no puede llamársele de otra manera. Conversación la que tengo con el niño que me ofrece unos chicles en el crucero o con la empleada de la tienda de abarrotes a la que llegué a comprar una botella de agua, esas sin lugar a dudas, son conversaciones que duran más de un minuto y medio... en fin, colgamos y volví a tomar el control de la tele.
Antes de cambiarle, me di cuenta que estaba viendo -sin ver- un programa de animales... ahi frente a mis ojos estaban dos hermosos alces, con los cuernos entrelazados, parecía que peleaban, estaban muy cerca uno del otro, pero no. La voz del narrador aclaró lo que sucedía con ellos: eran una pareja de alces que se habían atorado. Y ahí estaban, no podían avanzar, ni para atrás ni para adelante, no encontraban la salida.
Y de pronto al ver esos alces, pensé en él y en mi, ¿no estaremos con nuestros cuernos atorados por tanta lejanía, tanta indiferencia, tanta soledad? Nosotros también nos atoramos y lo sabemos, pero no hemos querido hacer nada... tal vez lo que él quiera es que le regrese esa libertad de la que tanto parece disfrutar. No había pensado en eso.
Trato de entenderlo. Imagino que no debe ser fácil tener tantas cosas en la cabeza, andar de carretera en carretera y además, tener a tu lado a alguien que no dice te amo porque está decidida a hacer que reacciones.
Tomé otra vez la hoja y seguí escribiendo "esto no es por falta de amor, te amo más que nunca pero me duele que huyas, que te vayas sin mi". Lo vuelvo a leer en voz alta: "esto no es por falta de amor, te amo más que nunca pero me duele que huyas, que te vayas sin mi". No, no me gusta, lo borro y vuelvo a escribir, "la vida nos ha puesto a prueba mil veces, hemos luchado contra todo obstáculo, les dimos la batalla a aquellos que no creían que tú y yo podíamos estar juntos, lo arriesgamos todo y fue maravilloso, te lo dije alguna vez, los soldados no abandonan a su compañero en el campo de batalla, por más duro que sea el combate... yo quiero permanecer a tu lado, quiero que sigamos siendo, pero ¿qué hago si tú insistes en marcharte?"
Marcharte, la última palabra escrita me produce un escalofrío y está acompañada de un largo suspiro. Lo amo, no lo puedo negar, a mi no puedo engañarme.
TERCER INTENTO
Hoy es un día especial. Todos me han preguntado por él. Yo misma me pregunto cómo estará... quiero hablarle pero no lo hago... es él quien debe vencer su orgullo para demostrarme que quiere estar conmigo (señal de que yo también soy orgullosa, quizá un poquito menos que él). ¿Me extrañará como yo a él?. No puedo aguantar más y le llamo, me contesta... ¿sabrá él que oír su voz hace que mi estómago se anude?
Escuché una canción en el radio, me gustó tanto que se la mandé a su correo... la copié y cuando estaba por oprimir el botón enviar decidí agregar una línea de mi autoría... 9 letras lo resumen todo: te extraño. Lo borro y vuelvo a escribirlo, pero ahora con mayúsculas, TE EXTRAÑO... así queda mejor. Agrego esa misma frase a la carta, también con mayúsculas. Hoy no voy a escribir más en la carta... quiero dormirme pensando que seguiremos juntos.
CUARTO INTENTO
Resignada, esa es la palabra que me define hoy, y para colmo enamorada de mi resignación. Ayer estuve con una pareja de amigos... se veían tan felices, tan enamorados, con tantos planes en común, que no pude evitar sentir un poquito de envidia. Ellos también me preguntaron por él. "Tiene mucho trabajo" respondí, y es cierto, está muy ocupado, yo también tengo muchas cosas que hacer, así que no le quise dar más vueltas.
Estaba cansada, llegué directo a dormir, una hora intenté hacerlo pero no pude... mala señal: el insomnio ha regresado. Abrí otra vez el libro, saqué la hoja y retomé el texto de la carta: "Solo quiero decirte que durante el tiempo que decidimos estar juntos y aún ahora, no dejé de amar cada centímetro de ti, cada rincón de tu alma, cada parte de tu vida, tus aciertos tanto como tus errores, lo que fuiste, eres y serás..." no puedo seguir.
Las lágrimas me impiden ver y amenzan con correr la tinta negra y si eso pasa ya no solo estará opaca... solo imaginar que él ya no esté conmigo me hace sentir náuseas, doblo la hoja, la meto otra vez entre las páginas del libro y lo abrazo con fuerza... No puedo dejar de llorar, lo intento pero es inútil la tristeza se desborda por mis ojos... no quiero separarme de él, lo amo mucho, pero tampoco puedo seguir así, lo necesito más de lo que yo misma sabía, me duele tanto su lejanía. Tengo fotos a mi alrededor... estamos juntos, sonriendo... ¿por qué no podemos sonreír ahora?
QUINTO INTENTO
Hoy acabé la carta, le agregué todos los escritos que fueron hechos para él, durante todo este tiempo ha sido mi inspiración, ya sea directa o indirectamente, él siempre está en mis letras y quiero regalárselas. Lo he pensado mucho, quizá es ese el problema, pienso mucho las cosas.
Tomé una decisión importante. No puedo decirle adiós, me necesita ahora más que nunca y yo lo necesito a él... Como los soldados, sin importar las dificultades, yo no voy a marcharme, me quedo junto a él, es mi familia, ha sido mi hogar, me ha cuidado, ha estado a mi lado, me ha apoyado, ha llorado conmigo cuando he tenido días difíciles, es el hombre con el que quiero estar eternamente, quiero que mis hijos tengan sus ojos y su coraje, su empeño y su tenacidad.
Sé que pasamos por un momento de crisis, pero ¿qué pareja no lo atravieza? lo vamos a resolver, de eso estoy segura... las decisiones las hemos tomado siempre después de hablar, funciona y funcionará ahora, solo voy a esperar a que regrese, no quiero apresurar las cosas... cuando esté de vuelta, lo primero que haré será abrazarlo, y al final de nuestra charla lo voy a besar. Extraño sus besos.
¡La carta! ¿la rompo?, no. La voy a guardar para enseñársela, se la voy a leer, quiero que sepa cómo me sentí estos 27 días sin él. Le voy a decir que lo extrañé tanto y estaba tan desesperada por tenerlo conmigo que pasó por mi mente que terminar sería lo mejor, pero no lo es... Será difícil porque hay cosas que nos duelen del otro, pero nos amamos y queremos estar juntos, eso puede más que cualquier cosa. Sí, voy a llevarme la carta el día que nos veamos.
Seguiremos juntos y eso, a pesar de todo me pone muy feliz.
ÚLTIMO INTENTO
Llegó el día. Nada salió como estaba planeado, nada. Lo abracé, sus ojos estaban más iluminados que de costumbre, o yo lo veía así, su perfume quedó impregnado en mi ropa. Me abrió la puerta del carro y bajé con mi sobre amarillo, ahí estaba la carta que había escrito.
Nos sentamos, yo lo observaba mientras él hablaba del trabajo, ¿cómo pude pensar en terminar, si lo quiero y lo admiro tanto? Pensaba en eso cuando de sus labios escuché decirlo, sus palabras retumbaron en mi cabeza... yo iba a defender mi amor por él como un soldado en plena guerra y efectivamente ahí estaba en medio del bombardeo. "Me voy a ir, ya no voy a estar aquí, no tengo nada que hacer en este sitio". Me temblaron las manos más que cuando empecé a escribir la carta, los ojos se me llenaron de lágrimas y ya no supe que hacer... el discurso sobre el apoyo, el amor y la vida en común se cayeron como pequeños pedazos de un cristal roto. ¿No tiene nada que hacer aquí?
Ya no pude hablar y es que no había más que decir... tomé el sobre amarillo y cambié mentalmente la historia... al poner la carta en sus manos me sentí como debe sentirse aquel al que se le encomienda la tristísima tarea de informar a los familiares, que un soldado ha muerto en combate. Le miento y me miento, digo que es lo mejor y no lo creo ni yo misma, pero al final en esa carta que ha de leer cuando me vaya, están los 5 intentos de mi parte por decir adiós y la decisión final de seguir a su lado, decisión que no había entendido hasta ese momento, que no era solo mía, era de los dos.
Soldado o alce o mujer enamorada, ya no importa más. Ahora soy solo ésa que tendrá que levantar nuevamente las estructuras que cayeron cuando lo conocí.
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